La no aceptación de la realidad no es solamente una facultad que corresponde a aquellos que no están cuerdos. Es el mal general del ser humano.
Hay ejemplos claros y evidentes de nuestro intento persistente de modificar lo que es, en lo que “debería ser” experimentando una “felicidad” momentánea por haber doblegado a lo que es.
Ejemplos de la no aceptación de lo que es, hay infinitos.
Hacemos culpables a otros de nuestra infelicidad, angustia, miedo, etc, cuando en realidad solo nosotros somos responsables. Manchamos el presente con el rencor que nos invade las venas y nos atormenta física y psíquicamente.
Vivimos en el cambio constante y sin embargo nos resistimos a él, tachando de locos a los primeros que lo abrazan.
Nos lamentamos constantemente en lugar de actuar y nos convertimos así en pesadas cargas para aquellos que comparten su espacio vital con nosotros.
Nos angustiamos por el mañana y nos pre-ocupamos por cosas que todavía no han ocurrido en lugar de vivir el presente y el ahora.
Nos hundimos por el dolor y nos dejamos vencer por él en angustia porque no lo aceptamos con naturalidad.
Todo lo que interrumpe nuestra “rutina” es una “desgracia” para nosotros: Pérdida material; Enfermedad; Vejez; Muerte, etc.
¿Porqué no intentamos aceptar todas estas “interrupciones” como algo totalmente natural dentro del cambio que supone esta vida? Hemos nacido únicos y singulares. No hay otro como nosotros. Podemos disfrutar de esa singularidad o bien anularla. Podemos aceptar los acontecimientos en lugar de resistirnos a ellos. Vivir cada momento con gratitud, experimentando toda la riqueza de sensaciones que nos rodean, vislumbrar el poder de la satisfacción constante en forma de felicidad plena y en nuestra misión única y singular en esta Vida, aceptando el cambio adaptándonos a él, evolucionando así en inteligencia, sabiduría y amor.
Usa tu libre albedrío para ser feliz. Merece la pena.
Tal y como hace esta flor. Ella acepta con gratitud y belleza el agua que recibe, destacando en la oscuridad de la noche como una piedra preciosa.
Espero que os guste este nuevo post.
Por Patricia Peirote Hermann